Qué duda cabe que el pueblo gitano ha aportado al flamenco y lo ha enriquecido hasta la saciedad… Es este un gran debate muchas veces, aunque para algunos no hay nada que debatir. Nosotros nos incluimos en este grupo. 

Es cierto que ni todos los gitanos son flamencos ni los no gitanos tampoco. Pero la proporción de los gitanos en el flamenco es tan grande que, sólo mirando este dato y siendo neófito del flamenco, ya se puede intuir que gitano y flamenco tienen mucho, pero mucho, que ver.

Muchos entendidos como el investigador de Flamenco Luis Suárez Ávila afirman que «Lo cierto y verdad es que gitano y flamenco fueron y son una misma cosa».

También Paco de Lucía ha reconocido públicamente en numerosas ocasiones este hecho: Paco de Lucia, los gitanos y el flamenco.

De sobra conocida es la reivindicación que Antonio Mairena abanderó en los años 60 con su libro «Mundo y formas del Cante Flamenco» en colaboración con el poeta Ricardo Molina, creando incluso una corriente llamada Mairenismo, y que venía a defender también esta contribución mayoritaria del gitano al flamenco.

Aún así, qué pena que todavía haya quien no reconozca este valor del pueblo gitano al flamenco. Y todo esto sin menospreciar, por supuesto, la cantidad de artistas flamencos no gitanos que existen.

Al final, hay que dejar de mirarse el ombligo y reconocer el pellizco, el «bicho» que al artista le entra cuando transmite y que se le sale por los ojos, y por todo el cuerpo, y en su generosidad te lo muestra para que lo disfrutes y lo vivas.

Es el flamenco una música del pueblo, auténtica, salvaje, que muestra lo que muchos andamos buscando recuperar en nuestro día a día tan lleno de obligaciones y de tareas grises…

Y cierto es que el gitano, en su lealtad a la libertad y a la autenticidad, ha sabido utilizar el flamenco como medio de expresión. Bienvenido sea.

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